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Metáfora del barco y la tormenta.

Se trata de una metáfora que he diseñado para abordar los procesos de Aceptación, Compromiso con la acción, Momento Presente y Desesperanza Creativa. Espero que les resulte de utilidad.

"Imaginemos que tu vida transcurre en un barco en altamar, donde usualmente sos el único tripulante a bordo. Conocer la dirección hacia la cual estás navegando resulta motivante y le da sentido a tu viaje, aunque eso no te asegura que el camino sea siempre agradable.

 Navegando van a existir diversos factores que no dependen de vos: el viento puede variar, ciertos elementos pueden averiarse temporalmente, a veces será de noche y en algunas ocasiones vas a atravesar fuertes tormentas. ¿Qué sucede en esos momentos en los que los cambios del contexto parecen tomar dominio de la situación?

Muchas veces podemos huir de la tormenta y obsequiarnos la sensación de estar a salvo, aunque esto tenga un precio muy alto a largo plazo: alejarnos del lugar hacia el cual realmente queremos ir. En algunas otras ocasiones, cuando la tormenta es muy grande como para escapar, permanecemos en contacto con aquello que no queremos percibir: podemos dejar de navegar, echar anclas, lamentarnos y preguntarnos por qué el clima es así; podemos discutir con las nubes y el viento, pretendiendo cambiarlas por un ambiente más amable.

Existe una forma un tanto contraintuitiva, a la cual no solemos estar muy acostumbrados: continuar navegando hacia la dirección deseada, aceptando la tormenta tal cual es, sin intentar pelear con ella y sabiendo que, por más aterradora que se vea, es sólo un fenómeno climático normal que se irá en unos momentos, ¡no existen tormentas eternas! En este punto hay una incómoda verdad: a nadie le agrada verse avasallado por una tormenta, no obstante ¿valdría la pena permanecer en contacto con ésta sí gracias a ello te estuvieras acercando hacia donde querés ir?.

Entonces, al encontrarse con una tormenta de la cual no podemos escapar podemos observar dos grandes alternativas: una implica estar en contacto con el malestar de atravesarla, la otra... también, pero con un pequeño detalle agregado: el sufrimiento. El sufrimiento de maldecir hacia las nubes, de pensar en lo injusto que resulta ese cambio climático, de luchar inútilmente por ponerle fin.... el sufrimiento que nos genera el dejar de navegar.

Aquellas ocasiones en las que experimentamos la disposición a continuar navegando sin intentar controlar lo inevitable, podemos contemplar detalles que quizás ignorábamos hasta entonces. Diversas tempestades nos otorgan cierta maestría en el manejo de las velas, nuestra experiencia desarrolla habilidades para atravesar los momentos críticos, podemos conocer las herramientas que tenemos a mano y adquirir dominio sobre su uso. Eso no elimina el malestar generado por el clima, por supuesto, pero nos ayuda a dirigirnos hacia lo que es realmente importante.

¿Cómo querrías actuar la próxima vez que te encuentres atravesando una tormenta?"
 

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